Condado de El Ubérrimo.
6 de Junio de 2014.
Querido Heil Meñique:
6 de Junio de 2014.
Querido Heil Meñique:
No sabes lo orgullóoso que me siento con tu progréeso; desde pequeño, éstas carníitas y éstos huesíitos en un bombardeo de precoz genialidad ya se cuestionaban cosas profundas y trascendentes, como la tan discutida importancia del dedo meñique del pie. Del pie derecho, claro está, porque la pecueca del izquierdo se fue haciendo tan fuerte desde mis años mozos con Clarita, que tomó proporciones terroristas. Nó le estoy hablando paja hijito, es más, desde que murió el bandido de Tirofijo, Linita ahorró mucho en limones, bicarbonato y piedra pómez.
Te confieso algo hijito; tu aspecto bonachón, tu frente rolliza y en general ese adusto semblante de eterno estornudo que siempre llevaste a las reuniones con los peones de la finca, no me inspiraban mucha confiáanza. Siempre te vi como el dedo meñique de mi pie deréecho, ahí, apilaíito junto al montón, como temiendo no salir en las fóotos que nos tomábamos en los consejos comunitarios que hacíamos en El Ubérrimo gráande. Pero debo reconocerte áalgo, nunca me causaste dolor a pesar de ser propenso a golpearte contra las patas de las cáamas, méesas y demás cachivaches (cuéntese jueces, magistrados, fiscales, opositores, periodistas y demás amigos de la Fáar). Nada que ver con Fernando Londoño, aunque Lina siempre me dijo que los Pincher eran muy latosos.
Siempre has sido fiel mi querido Meñique, y ni siquiera me hiciste mala cara cuando me dieron sabañones, buéeno, la verdad, asumo que no te molestaste por ello, ya que nunca te vi cambiar la cara de siéempre. Pero desde que te mandé a peliar lo que es mío, “nuestra” querida parcelita de cafetíicos, la patria chica, has estado al nivel del dedo gordo del pie. Yo sí sabía que Pachito no servía ni pa juanete. Casi me caigo de mi caballo cuando por fin te vi en la Tv hablando como hablan los hóombres, con esa verraquera paisa que hace belicosas las paláabras, pero a la vez con ese cantaito que hace que decir huesitos se eschuche tierno y no
Te confieso algo hijito; tu aspecto bonachón, tu frente rolliza y en general ese adusto semblante de eterno estornudo que siempre llevaste a las reuniones con los peones de la finca, no me inspiraban mucha confiáanza. Siempre te vi como el dedo meñique de mi pie deréecho, ahí, apilaíito junto al montón, como temiendo no salir en las fóotos que nos tomábamos en los consejos comunitarios que hacíamos en El Ubérrimo gráande. Pero debo reconocerte áalgo, nunca me causaste dolor a pesar de ser propenso a golpearte contra las patas de las cáamas, méesas y demás cachivaches (cuéntese jueces, magistrados, fiscales, opositores, periodistas y demás amigos de la Fáar). Nada que ver con Fernando Londoño, aunque Lina siempre me dijo que los Pincher eran muy latosos.
Siempre has sido fiel mi querido Meñique, y ni siquiera me hiciste mala cara cuando me dieron sabañones, buéeno, la verdad, asumo que no te molestaste por ello, ya que nunca te vi cambiar la cara de siéempre. Pero desde que te mandé a peliar lo que es mío, “nuestra” querida parcelita de cafetíicos, la patria chica, has estado al nivel del dedo gordo del pie. Yo sí sabía que Pachito no servía ni pa juanete. Casi me caigo de mi caballo cuando por fin te vi en la Tv hablando como hablan los hóombres, con esa verraquera paisa que hace belicosas las paláabras, pero a la vez con ese cantaito que hace que decir huesitos se eschuche tierno y no
fúnebre (y no me refiero a las fosas por las que me preguntan los bandidos amigos de la Fáar).
Además, quiero que sepas que a pesar de ser meñique, ocupas un lugar en mi corazón gráande, pero te advierto que donde nos metamos otra vez en la finca y me traiciones como judas, que traicionó a su mesías, te doy en la cara maríica!, porque tengo la mano más firme que el corazón gráande. (Perdón, es que me emberraco de sólo pensar que me dejé manosear los huevíitos, y hasta silla me puso el traidor el día que las escrituras de la finca le entregué. Seguro de tanta valeriana me embobé).
Tampoco es que seas indispensáable, no vayas a pensar eso Oscaríto, tú apenas si eres conde de Pensilvania; yo soy el gran Colombiáano, y caballos me sobran en la pesebrera. Tengo uno color azabache; es más, hasta podría regaláartelo, con un antifaz, pantalones de cuero, capa de lino y guantes negros podrías parecer el Zorro, pero no sé si sepas montáar… me parece Meñique que estás acostumbrado a que te monten… al podéer. Tengo también otro caballo que quiero múucho, aunque no es purasangre, porque sólo es primo de Escobar Gaviria. Hay otro color tordillo, veloz y entendido, en cualquier momento lo suelto y te puede ganáar, por una nariz pero te ganaría. ¿Te acuerdas de Juanito?, trabajó contigo en la finca, era el encargado del medio ambiente, aunque también salió medio quemáado a la alcaldía de Bogotáa, sin contar con que es medio calvo. Aunque la voz cantarina de Juanito en ocasiones me hace pensar que no es caballo, es gallina.
Con las carnitas erizadas y los huesitos temblando de emoción, me despido hijíito, no deseándote sino exigiéndote lo mejóor!... buena labia he gastado y varias vergüenzas me ha hecho pasar Pachito para que vayas a resultar con un chorro de báabas; no la cagues por diosito sáanto, y si la cagas simplemente di que es culpa de la Fáar. Espero ganes, así sea por una nariz. Serás un buen Heil Meñique, como el muñequito que me trajo el niño dios antes que lo reclutara la Fáar!
Además, quiero que sepas que a pesar de ser meñique, ocupas un lugar en mi corazón gráande, pero te advierto que donde nos metamos otra vez en la finca y me traiciones como judas, que traicionó a su mesías, te doy en la cara maríica!, porque tengo la mano más firme que el corazón gráande. (Perdón, es que me emberraco de sólo pensar que me dejé manosear los huevíitos, y hasta silla me puso el traidor el día que las escrituras de la finca le entregué. Seguro de tanta valeriana me embobé).
Tampoco es que seas indispensáable, no vayas a pensar eso Oscaríto, tú apenas si eres conde de Pensilvania; yo soy el gran Colombiáano, y caballos me sobran en la pesebrera. Tengo uno color azabache; es más, hasta podría regaláartelo, con un antifaz, pantalones de cuero, capa de lino y guantes negros podrías parecer el Zorro, pero no sé si sepas montáar… me parece Meñique que estás acostumbrado a que te monten… al podéer. Tengo también otro caballo que quiero múucho, aunque no es purasangre, porque sólo es primo de Escobar Gaviria. Hay otro color tordillo, veloz y entendido, en cualquier momento lo suelto y te puede ganáar, por una nariz pero te ganaría. ¿Te acuerdas de Juanito?, trabajó contigo en la finca, era el encargado del medio ambiente, aunque también salió medio quemáado a la alcaldía de Bogotáa, sin contar con que es medio calvo. Aunque la voz cantarina de Juanito en ocasiones me hace pensar que no es caballo, es gallina.
Con las carnitas erizadas y los huesitos temblando de emoción, me despido hijíito, no deseándote sino exigiéndote lo mejóor!... buena labia he gastado y varias vergüenzas me ha hecho pasar Pachito para que vayas a resultar con un chorro de báabas; no la cagues por diosito sáanto, y si la cagas simplemente di que es culpa de la Fáar. Espero ganes, así sea por una nariz. Serás un buen Heil Meñique, como el muñequito que me trajo el niño dios antes que lo reclutara la Fáar!
Con Amor Patrio,
Tu Führersito.
CARLINO.
CARLINO.
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